Existen tareas rutinarias a las cuales, precisamente por ser rutinarias, apenas reciben atención. Tal es el caso del afeitado masculino, que muchas veces se realiza sin seguir unas normas mínimas que protejan la piel de una actividad tan agresiva.
Curiosamente, al menos hasta ahora, son las mujeres quienes más tiempo, más dinero y más mimo dedican al cuidado de la piel de su rostro. Sin embargo, en realidad es la cara de los hombres la que sufre más y la que, por tanto, merecería más atención. No en vano tiene que soportar constantemente una actividad tan agresiva como el afeitado, que muchas veces elimina las capas más superficiales de piel, la irrita e incluso llega a provocar pequeñas heridas y cortes.
Lejos ya los tiempos de ”cuanto más feo, más hermoso”, existen algunas pautas básicas que deben seguirse para un correcto afeitado que maltrate la piel lo menos posible.
El primer dilema que puede plantearse a la hora de eliminar la barba de la cara es si hacerlo con una maquinilla clásica o con afeitadora eléctrica. Lo cierto es que, usados correctamente, ninguno de los dos métodos plantea más ventajas o inconvenientes que el otro o es científicamente más recomendable.
Hacer una elección u otra es más cuestión de gusto personal, preferencia y presupuesto que otra cosa, si bien es cierto que la afeitadora eléctrica proporciona más seguridad y un afeitado más suave y menos agresivo, mientras que la maquinilla tradicional proporciona un mayor control sobre el afeitado.
Ante todo, mucha calma
Lo primero a tener en cuenta para un afeitado en condiciones es que, por muy deprisa que se viva, el afeitado se hace principalmente por motivos estéticos y que por tanto, salir de casa con la cara llena de cortes y heriditas. Por tanto, resultará mucho más efectivo y más sano tomarse un tiempo para afeitarse, y no hacerlo nunca con prisa.
Para facilitar al máximo el afeitado, lo ideal es hacerlo después de la ducha o el baño. De esta forma, la piel está húmeda y más suave. Inmediatamente antes del afeitado, lavar la cara con abundante agua caliente ayudará a abrir los poros y suavizar de esta forma la salida del pelo. El afeitado nunca debe realizarse en seco, puesto que la piel está más dura, ofrece más resistencia al afeitado y, en consecuencia, se irrita mucho más.
Si se afeita con maquinilla clásica, es imprescindible el uso de alguna espuma o gel de afeitado que suavice la piel y abra más los poros. Normalmente, los geles son preferibles a las espumas, ya que son menos irritantes. Cuando se va a usar afeitadora eléctrica, espolvorear la cara con un poco de talco facilitará mucho el deslizamiento de la máquina sobre la piel.
Además, aplicar sobre la piel una cucharada de aceite de almendras dulces un tiempo antes de afeitarse (antes del baño, por ejemplo), dejará la piel suave y lista para el afeitado, evitando irritaciones y cortes.
Apurado sí, pero…
Una costumbre muy extendida es la de tensar al máximo la piel durante el afeitado para conseguir mayor apurado. Esta práctica es, cuando menos, poco recomendable. Forzar de este modo la piel puede provocar la aparición de pelos enterrados en la piel, que muchas veces se infectan y pueden causar problemas serios. Para evitar la aparición de estos pelos hay que afeitarse también siempre en la dirección del pelo, y nunca a contrapelo. En todo caso, es preferible afeitarse más repetidamente y apurando menos, que afeitarse menos y apurando más, ya que esto último irrita mucho más la piel.
Por último, la piel se merece el mismo cuidado después de afeitarse que antes. Después de terminar, salvo que se tenga la piel muy sensible, la aplicación de alcohol ayuda a cerrar los poros y dejar la piel lisa. En caso de tener la piel sensible, sin embargo, hay que evitar el alcohol a toda costa, y con él todos los after-shaves con olor.
Para terminar, lo más recomendable tras el afeitado es el uso de una crema hidratante, siendo especialmente recomendables los compuestos con menta o aloe vera.